miércoles, 27 de agosto de 2008


La hija del diablo se casa. No sabíamos si ir o no ir. En casa resolvieron no ir. Ella paseaba con la trenza brillando como un vidrio al sol. Vestido celeste. Y las pezuñas delicadísimas, cinceladas y de platino. Con los ojos un poco redondos, insondables, se paraba frente a cada uno, como publicitando, invitando, o, consciente e inconscientemente, amenazando. La hija del diablo se casa. Cerraron las puertas de mi casa. Pasado el mediodía resolví huir. Crucé por arriba de los jardines de fresias y junquillos tratando de no trozar ni uno de los ramos amarillos, de los que vivíamos; por ocultas veredas; creo que pasé tres veces por la misma senda, me perdía, y tuve miedo que, desde la casa, estuviesen espiando mi inútil vuelo


¡Al fin toque las puertas de los hornos! Pasaban los platos con todas las escenas del amor erótico. "Invitan con la Carne", dijo una voz que me pareció de una vecina; miré y si, era, estaba embozada. Y también servían niños no natos cubiertos con azúcar. "Son riquísimos". El tam tam celebratorio apareció adentro de la tierra y en un perpetuo crescendo, anuló las conversaciones y llegó al colmo. La hija del diablo, de pie junto a la pared, el pelo igual que el sol, entreabrió el vestido, las piernas, las pezuñas. Su himen cayó roto (se oyó un leve bramido) y corrió como una margarita entre nosotros. Alguien gritó: -¿y el novio?. Anda por aquí. Es chiquitito.


Cerré los ojos. Creo que cayó un aguacero. Huí arriba de los jardines, de los ramos amarillos; entraba en cada cueva y salía aterrada. Entré a mi casa. Mi mamá estaba fija en el mismo lugar, haciendo el mismo encaje. Sin levantar los ojos, comentó: - Pero ¿qué hacés? Andás afuera con estos aguaceros.


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Me dijeron que estaban carneando a una mujer. Que fuera. Pregunté si la conocía; No. Entonces fui.


Ella ya estaba en un círculo, le habían quitado la piel. Había quedado roja como un tomate. Era un tomate gigantesco. Le habían sacado ya varias tajadas grandes, la mitad del pelo negro. Ella aún miraba y parecía contestar. Vinieron muchos hombres desde el horizonte que giraban en torno de ella, que todavía miraba como una oveja o un serafín. Daba pequeño jadeo, jaleo, gemido ronco, bajito. La nombraron, Delia, Amelia, Rosa, Carmen, Emilia, Libertad, todos los nombres y por uno sólo.


Le sacaron la otra mitad del pelo, que ella quiso retener con su roja mano, y aún quedaba un pedazo de señora.


Al final, la liquidaron.


Al gato, que siempre había vivido en el jardín, le entregaron el sexo, rojo, delicado, cerrado, grueso, rodeado de pestañas negras, y el gato lo comió con miedo y gusto, como diciendo VEAN; vaciló, si, al principio. Luego, se agazapó mirando a la luna que subió de golpe, casi hecha de granos de uva, y en un lila aterrador jamás visto.





...me sentía un poco así...nada.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Niña!!! siempre buenos textos!!!
te mando un beso grande!
nos seguimos leyendo!

pedaleador sedentario dijo...

Muy bueno lo leido, posta.
Y bueno, hasta otra de tus fiestas, que a pesar de no gustarme el reggaeton sigo yendo.
Saludos reaccionarios.

La Niña Pon y su Flequillo dijo...

Barrileta: Graciasss!!!!!!!!! Q bueno saber d eud nuevamente!!!

Reaccionario: Prometo una tanda de bizarros... incluyendo mucho de Vilma Palma E Vampiros (sin olvidarnos la importancia del E)

Muchos Besos!!!

Limada dijo...

Quiero una Fiesta Chicharra Noventosa.

ClockworkUnforgiven dijo...

excelente...

gracias por pasar siempre :) no lo contás? me dejaste con las ganas... mal vos


beso grande, cuidese

German dijo...

Hola! Que bueno leerte! Siempre me gusta darme una vuelta por el mundo Pini Pon. Hace tiempo que no te encuentro en el MSN, pero dentro de poco pienso darme una vuelta por BS AS asi que capaz que paso a conocer el teatrillo.

Beso grande! Y gracias por tus visitas al viejo carromato!!